viernes, 30 de octubre de 2009

Viernes

Sí, es viernes, despierto como cualquier otro día sin tener en cuenta que nada más entrar en la ducha recordaré aquel Enero. Camino por mi casa descalza, notando el frío suelo que me haga sentir que dentro de poco estaremos en uno de esos inviernos, esos en los que te cuesta tanto despertar y salir de la cama, esa en la que descansabas tan feliz tapada de pies a cabeza. Abro la puerta y recuerdo aquel frío viernes, miro la pantalla del móvil esperando que suene como aquella mañana y volver a escuchar esos buenos días, esa frase, dentro de unas horas nos veremos por fin… Lágrimas, palabras resonando en mi cabeza, gotas de agua cayendo sobre mí, que acompañan las lágrimas derramadas, me miro en el espejo y tan solo veo una mirada que ya no brilla, la misma rutina, salir dirección a clase, para sentarme en una silla durante siete horas sin descanso alguno mientras mi mente está en otro lugar… Me asomo a la ventana callada reviviendo, sintiendo, la velocidad con la que recorrí los pasillos agarrada de la mano de mis amigas, que después de tanto tiempo habían logrado verme la niña más feliz del mundo. Andar sobre los pasos ya marcados y descubrir que hoy no es aquel viernes, que nunca volverá a existir un día como aquel… y que lo único que me queda es aceptarlo y asimilar que mi pasado se fue. El tiempo, aquel que creí tener a mi favor, que pensé que de lo único que me serviría sería para entender el por qué de los sentimientos, ese tiempo, sólo me ha servido para entender que aquello que sentí y que siento, es lo más sincero que he tenido en mi vida, de lo único por lo que estoy segura habría luchado y por lo que lo habría dejado todo… pero de la misma forma que pasan los días y los viernes se convierten en sábados, la espera se convierte en cansancio mientras que el amor se convierte en dolor… y termina desvaneciendose

martes, 6 de octubre de 2009

Un plazo, unos días...

Lágrimas que me impiden ver la pantalla del ordenador con total nitidez, minutos que se hacen eternos observando el reloj mientras espero tener noticias tuyas, promesas que me haces y que nunca cumples, pides perdón creyendo que siempre voy a aceptar tus disculpas, que me voy a quedar con cualquiera de las excusas dichas, pero no todo acaba aquí lo siento... Quizás la que se haya hartado de tantas lágrimas sea yo, quizás la que decida no volver a mirar el reloj esperándote sea yo, ni creerme todas esas palabras bonitas que dices después de haber cometido un error o de haber vuelto a fallarme, quizás decida seguir mi vida aquí, sin ti... Despertar un día con la sensación de tener todo el mundo a tu alrededor, de ser la persona más feliz, con tus mas y tus menos, pero feliz... sintiendo que lo que se te ofrece en esos momentos está asegurado y que nunca te abandonará... Pero el día de mañana, cuando abras los ojos, y sientas que lo que pensabas que permanecería siempre a tu lado, se ha ido... recurrirás a aquello que tantas veces se te ha ofrecido y te darás cuenta de que ya no está, que ha permanecido allí mientras tú solo hacías que darle de lado, había dado todo por ti, defendiendote infinitas veces a cambio de ignorancia, de mentiras, de tan solo tu egoísmo... Pero ya no sirven las excusas, un plazo, unos días, es lo ofrecido para demostrar definitivamente, para darle el final a toda esta mentira que se va alargando con el tiempo y que me hará llegar a la decisión definitiva